martes, 29 de septiembre de 2009

LA ENSEÑANZA AYER Y HOY: EL MISMO PROBLEMA


En 1918 surgió en la Universidad Nacional de Córdoba un movimiento de reforma que luego se extendió al resto del país y que significó un avance en los derechos de todos los estudiantes que pedían autonomía universitaria y luchaban contra el régimen conservador que había entonces.

Entre los líderes de esta campaña se encuentran Deodoro Roca, Enrique Barros, Emilio Biagosch y Risieri Frondizi que cada uno desde su lugar dejó su vida en lo que consideraron una “batalla contra el tirano” donde lograron nuevas y mejores casas de estudios en toda Argentina.

En esa época los jóvenes de la Reforma pedían que las universidades tuvieran cátedras paralelas en cada materia, que la titularidad en ellas se de a través de concursos públicos de forma periódica y que hubiera una extensión que se encargase de emprender tareas vinculadas a los requerimientos que la sociedad pedía.

Después de 91 años las universidades mantienen esas características, pero ya no son suficientes para abarcar la cantidad de jóvenes que en ellas estudian para convertirse en profesionales y tener un futuro mejor que permita acceder a la vida que la misma sociedad te brinda.

El sociólogo Juan Carlos Portantiero escribió sobre la Reforma Universitaria de 1918 y planteó que la enseñanza superior entra en problema cuando es una opción abierta a miles de personas ya que su estructura se vuelve insuficiente para garantizar aquello mismo que se propone.

La universidad, según Portantiero, es una institución para “seleccionar élites”, para “segregar” y no para “integrar”; por ello es que cuando las presiones sociales democratizantes operan hacen que se pierda su condición y los recursos financieros que también se hallan insuficientes para asegurar ese entrenamiento que requiere todo el alumnado.

Actualmente las universidades nacionales tienen problemas para mantener la enseñanza que hasta entonces han brindado, lo que genera grandes cantidades de alumnos disconformes que se levantan en contra de su régimen y vuelve la discusión por todo aquello que los reformistas una vez lucharon.

El problema es que en esas disputas que surgen no se avanza por un camino mejor ni hacia un futuro mejor, si no que se ponen en peligro los mismos avances que se lograron o se logran en el propio transcurso del proceso histórico que pertenece a nuestro país y aún más terrible es que todavía son sólo unos pocos los que se han dado cuenta.


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