martes, 24 de noviembre de 2009

LA LUCHA INTERNA DEL PERONISMO EN LA DÉCADA DEL ´70


El sindicalismo, Montoneros y Juan Domingo Perón en un triángulo conflictivo que desencadenó la caída de la última presidencia del general.


El periodista Ceferino Reato luego de un intenso trabajo de investigación escribió su tercer libro al cual tituló “Operación Traviata” y donde intentó reconstruir las relaciones entre Perón, los montoneros y los sindicalistas en la década del ´70 para poder explicar las causas del asesinato a José Ignacio Rucci que indudablemente cambió la historia argentina.

El líder de la CGT fue una pieza clave en la conducción de Perón durante su exilio y por ello fue el blanco de grupos disidentes con el General, que el 25 de septiembre de 1973, luego de un complejo trabajo de organización prácticamente lo aniquilaron con 23 balazos que le perforaron diversas partes del cuerpo.

Así fue como esa maniobra se llamó Operación Traviata y además, dio título a la obra donde el escritor Ceferino Reato explicó que intenta “describir quiénes, cómo y por qué protagonizaron un asesinato político que, ha sido investigado sin eficacia por la justicia y por la policía, y sobre el cual tanto periodistas como historiadores no han escrito prácticamente nada”.

En aquellos años la situación del país era muy diferente a la actual, los distintos gobiernos eran constantemente interrumpidos por golpes de estados que ponían a las Fuerzas Armadas a cargo del manejo del país; y precisamente hasta la llegada del General al poder en manos de Héctor Cámpora, quien tenía la presidencia de facto era el militar Alejandro Lanusse.

El contexto político y económico del país durante el regreso del peronismo era favorable; ya que los sindicatos y las 62 Organizaciones que de aquel se desprendían venían “haciendo” de su parte y lo que restaba solamente era firmar un Pacto Social que beneficiara el crecimiento del país y a los trabajadores de clase popular que ansiaban su retorno porque les garantizaría una distribución equitativa de la riqueza.

Rucci, que era la máxima figura del poder sindical junto a Lorenzo Miguel, tenía un rol significativo para Perón porque además de ser su dirigente más leal y, utilizando las propias palabras del autor, “en esos 18 años sin el líder, el sindicalismo cargó con el costo de mantener vivo al peronismo en la Argentina, y en consecuencia, pasó a dominarlo”.

El poderío que había adquirido la estructura sindical era el arma más fuerte del General quien pensaba que, para poder ganar las elecciones de 1973, debía consolidar un movimiento con “alas ubicadas a la derecha e izquierda siempre que compartieran sus ideas básicas” que les permitiera vencer el gobierno de “gorilas” que ocupaban los militares.

La derecha obviamente era el sindicalismo, y con Rucci frente a él, esa “ala” estaba garantizada; el problema surgió cuando la ambición de su “ala” izquierda, Montoneros (cuyos líderes eran Firmenich, Quieto y Perdía), de ocupar cargos en el gobierno y decidir en la conducción del país, se volvieron en contra de los planes de Juan Domingo Perón.

La cuestión surgía así, en un primer momento, el deseo del General, del sindicalismo y de Montoneros era el regreso del peronismo y para lograrlo habían dirimido sus diferencias y aceptado que la única manera de lograrlo era a través de la lucha conjunta.

Una vez que Cámpora había ganado las elecciones, los distintos movimientos, en especial Montoneros, empezaron a hacer evidentes sus diferencias y todas ellas recaían en el accionar del ex presidente Perón a quien le exigían ocupar más posiciones en el Estado y al que no le agradaban las vías que estos grupos utilizaban para alcanzar el poder.

Estos jóvenes que se identificaban como la Tendencia Revolucionaria fue el grupo de izquierda que agrupó otros movimientos (entre ellos Descamisados), ya que comenzó siendo de carácter político y luego con la fusión de las FAR y el ERP se volcó para el lado de la lucha armada; lo que resultó un grave error porque esa decisión los distanció de la relación con el ex presidente Perón.

A esa altura ya eran notables las disidencias entre los sindicalistas y montoneros, donde luego de la masacre de Ezeiza en que se enfrentaron estas distintas corrientes, esa ruptura se evidenció aún más y fue Rucci quien pasó a ser el “traidor” del peronismo para estas agrupaciones revolucionarias.

Uno de los líderes de Montoneros Mario Firmenich dejó explícito ese sentimiento cuando dijo, en una entrevista que le realizó el autor del libro, que “Rucci fue uno de los responsables de la masacre de Ezeiza. Éste es el sentir popular, el sentir de la militancia de tendencia revolucionaria”.

¿Por qué Montoneros tomó semejante decisión de asesinarlo? Porque erróneamente creyeron que era una forma de apriete al General Perón para que éste accediera a sus pedidos y le diera el poder de participación y decisión en la conducción del país; más aún específicamente, “el problema con los montoneros fue que querían heredarlo para impulsar un proyecto político al que Perón se oponía fuertemente”.

Resultado de aquello fue el acto del 1º de mayo de 1974 cuando se demostró de manera pública que las relaciones entre Perón y Montoneros habían llegado a su fin, y que este primero dejó clara su gratitud hacia “la columna vertebral del movimiento” por “haber sostenido un Pacto Social que será salvador para la Repúblicaignorando los cánticos clásicos de los segundos.

“Con la muerte de Rucci, Montoneros privilegió el fusil a la política. A partir de entonces inició un proceso de militarización que lo fue reduciendo a un aparato cada vez más cerrado, clandestino, jerarquizado e inmune al disenso y al debate interno”, por eso es que luego de aquello la relación con el conductor peronista colapsó.

El deseo de Juan D. Perón era que esa juventud maravillosa que el había calificado en algún momento dejara de lado la lucha armada y aprendiera sobre la dirigencia a partir de la política y no de la guerra, porque en algunos años esos chicos capacitados tendrían que reemplazar al viejo aparato sindical y gubernamental con nuevas ideas que eran las propias del pueblo.

Hacia fines de 1973 el General se encontraba enfermo de gravedad y las discordias entre las distintas corrientes políticas no hallaban solución, por lo que las Fuerzas Armadas aprovecharon inteligentemente esa debilidad en la que se encontraba el poder peronista y organizaron un nuevo golpe de estado que les permitió tomar nuevamente el mando en marzo de 1974.


LA DEUDA ExTERNA


Cinco puntos claves de la historia argentina para comprender el rápido aumento de la deuda externa desde 1975 en adelante.


La industrialización del país lograda por los ex presidentes Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi en sus períodos de gobierno se vio finalizada con la llegada del régimen militar al poder y la apertura de los mercados para recibir inversiones a causa del capital extranjero.

En 1975 la errada política económica de la dictadura militar logró en su tiempo de mandato un espectacular aumento de la deuda que pasó de u$s 157 a u$s 1.088 per capita y que se debió a la conocida bicicleta financiera, la deuda privada, la importación de armas y los intereses devengados.
Estas cuatro causas en el orden mencionado son el primer punto clave para entender tal crecimiento; las dos primeras consistieron en, una maniobra para conseguir créditos que a su vez se convierten en préstamos con intereses más altos y préstamos que adquirieron las empresas privadas que luego el Estado los transformó en deuda pública.
Y por último, las dos restantes tuvieron que ver con el armamento comprado al exterior para situaciones bélicas con Chile, Inglaterra y para uso interno en lo que se conoció como el enfrentamiento con la subversión, e intereses que devengaron los propios préstamos que fueron pagados con nuevos endeudamientos.
El segundo punto reside en que los intereses debían ser pagados en dólares pero como estos no ingresaban, debían obtenerlos a través de la balanza comercial con las exportaciones e importaciones; el problema era que quien exportaba no era el propio Estado sino empresas privadas como Dreyfus o Bunge.
Como resultado de aquello el sector público se los compraba al sector privado y para lograrlo debía realizar emisión monetaria que años más tarde sería uno de los factores principales de la hiperinflación en 1989.
Llegando a la tercera cuestión, ubicada en el gobierno del ex presidente Carlos Menem, quien con una campaña ideológica, política y mediática sostuvo que el Estado era ineficiente para manejar empresas mientras que en el primer mundo lo hacía el sector privado, vendió en 1990 las principales compañías entre ellas ENTEL y Aerolíneas Argentinas.
Lo peor de la privatización y que merece tener un punto aparte es la reforma provisional donde el sistema jubilatorio pasó a ser regulado por las AFJP y que como dejó de recibir esos aportes personales, luego tuvo que pedirle el dinero prestado a estas Administradoras y pagar por el tasas anuales de interés del 15 %.
Llegó así el año 1998 y comenzó la recesión de la economía argentina con la cual cae la actividad económica, cae el empleo, disminuye la recaudación impositiva, aumenta el déficit fiscal y surgen políticas de recorte de gastos o aumento de impuestos que agravaban aún más la situación.
Esta nueva política económica ayudó a profundizar la recesión y la incertidumbre de los argentinos aumentó hasta que se expresó de manera notable con la fuga de los depósitos bancarios en el año 2001 que desembocó en lo que luego se conoció como “el corralito” y el fin de la convertibilidad del dólar uno a uno.
El quinto punto se traslada al ámbito extranjero y radica en que los países desarrollados luego de la Segunda Guerra Mundial basados en el principio de seguridad interna aplicaron una política de subsidios para la producción agrícola que provocó la caída de los precios internacionales de los productos que Argentina exportaba en ese momento.
Así, poco a poco comenzó una nueva política económica que se llamaría “neoproteccionismo”, el cual se basa en el uso de barreras no arancelarias para proteger las industrias ya que se caracteriza por subsidios, restricciones voluntarias a las exportaciones y trabas de índole burocrática para las mercaderías que ingresan como permisos, habilitaciones, control de calidad, entre otras.
Los países subdesarrollados, entre los que se encuentra Argentina, deben adaptarse constantemente a estas reglas de comercio internacional y tratar de sacar el mayor provecho posible; para este entonces el país ya contaba con una deuda de u$s 139.785 millones.
Luego de la situación del 2001 lo siguieron algunos gobiernos provisorios hasta que en el 2003 llego de la mano del peronismo Néstor Kirchner al poder; éste canceló la deuda con el FMI solamente pero aún quedaban otros tantos millones por pagar.
Son distintos gobiernos, distintas políticas económicas pero todavía ninguno ha podido solucionar el problema del endeudamiento externo; año tras año se destinan sumas de dinero importantes para la cancelación de la deuda pero igualmente ésta sigue aumentando.


martes, 10 de noviembre de 2009

MALVINAS: UN ERROR IRREPARABLE


La Guerra de Malvinas no sólo fue un error político y económico de un gobierno ya acabado, sino fue el error de todos los argentinos que apoyaron tal decisión.


Desde 1833 Argentina se mantuvo siempre a la espera de un progreso diplomático en las negociaciones con el Reino Unido sobre la soberanía de las islas pero un gobierno irrecuperable creyó que su solución se encontraba en el fin de esa expectativa y en la drástica recuperación de Malvinas.

Un año antes de la invasión en las Islas Malvinas para su posterior recuperación, el ex presidente Leopoldo Fortunato Galtieri justificó su erróneo accionar al manifestarle a los argentinos que “nadie pudo ni podrá decir que no hemos sido extremadamente pacientes en nuestro manejo de problemas internacionales que no surgen de ningún apetito territorial de parte nuestra”.

En aquella frase dejó claro que si el Gobierno de Gran Bretaña no emitía respuestas por el futuro del territorio, ya no habría negociación alguna sobre las islas y se comenzaría a planificar una operación militar secreta que consiguiera su devolución, y que esta debía ser “incruenta y de breve duración”.

¿Qué pasó con aquellas dos cuestiones? ¿Incruenta? ¿Breve? Ante todo hay que considerar que Galtieri utilizó esa excusa porque la economía del país se iba a pique y en aquellas islas habría una salvación monetaria con los recursos petroleros, de pesca y agua dulce que poseían; y segundo, era una guerra y todo acto bélico es violento y sanguinario.

Breve tampoco fue, duró 72 días donde los combatientes donde la mayoría de ellos eran demasiado jóvenes, sufrieron por sobre todo hambre y frío ya que el mismo Estado Nacional se encargó de “entorpecer” la llegada de comida y abrigo que millones de argentinos les enviaban para que resistieran la locura a la que el gobierno los había sometido.

Desde un principio el país supo que era incapaz de ganar este conflicto ya sea por la escasa preparación de los soldados o por los insuficientes recursos de armamento, pero el punto más importante es que de todas maneras se enviaron a 10.000 personas a luchar por su vida más que por un territorio nacional.

Ahora todos los argentinos reconocen que los soldados que combatieron son héroes, reconocen lo atroz que fue la decisión de comenzar la guerra de Malvinas; pero qué pasó en 1982 que todos miraban los hechos como si fueran un gran espectáculo y pensaban ¡fuerza chicos, hay que ganar esta batalla!

Los medios de comunicación aportaron su granito de arena a toda esa farsa: emitían noticias espectaculares donde enfatizaban que en muy poco tiempo la soberanía sería nuestra y que había que agradecerle por ello a los miles de seres humanos que estaban en las islas en pleno invierno buscando la manera de sobrevivir.

Sí son héroes, pero el reconocimiento se lo deben ellos mismos y para ellos; no el gobierno de Argentina que 27 años después alardea con “los caídos de Malvinas”, “los héroes de Malvinas” y a muchos de ellos se los ven en situaciones precarias donde se encuentran luchando (¡una vez más!) porque la sociedad le brinde otro reconocimiento que no sea de palabra.


¿PEREJILES QUIÉNES?


Respuesta al monólogo del Homo Setentista escrito por José Pablo Feinmann que debería considerarse, en vez de una polémica, dos destinos diferentes que están unidos por el proceso que caracteriza a la historia.

Entendiéndose que “perejil” se llama comúnmente a los desaparecidos que fueron torturados, mutilados e incluso asesinados por su diferente creencia política en la última dictadura militar argentina a cargo de la Junta de Comandantes que integraban Videla, Massera y Agosti no puede llamar perejiles también los de la década del 90.
La generación del ´90 no tiene historia ni la va a tener, sólo se limita a habitar el territorio de derrota que ustedes padecieron y padecen donde además, carga con la ausencia de agallas de crear proyectos revolucionarios que sean agresivos con el “Poder” para “cambiar el mundo”.
¿Entonces por qué los llama perejiles? Si el “pasaje tumultoso de los setenta” que ustedes vivieron marca “la primera y decisiva diferencia” entre ambas generaciones; ustedes fueron revolucionarios, los de los ´90 son inofensivos soñadores.
Los setentistas no eran inofensivos porque nacieron para cambiar el mundo mientras que sus propios descendientes no nacieron capaces de afrontar semejante proyecto, sólo tienen la posibilidad de sufrir el único mundo que existe, el que dejaron con su derrota.
Ahora, ¿su proyecto revolucionario cambiaba el mundo? Los de la generación del ´70 tuvieron agallas para andar en la clandestinidad, para sufrir las brutales consecuencias que el régimen militar ejercía, para defender su pensamiento una sociedad mejor, no para cambiar el mundo en lo que esa expresión significa.

Ustedes cambiaron la política, no al mundo, ustedes lograron que aquello que pasó no vuelva a suceder jamás, que los de la generación del ´90 puedan tener la garantía que la libertad de expresión existe y que no es necesario perder la vida por un derecho que está avalado por la Constitución Nacional y otros Tratados Internacionales.
La pobreza, la hambruna, el nivel mediocre de educación y otras problemáticas que se encuentran en Argentina desde su década sigue vigente y aún en un nivel peor del que se encontraba; entonces, ¿qué mundo cambiaron ustedes?, sólo se consideran espectaculares por aquello que desgraciadamente les tocó presenciar.
El planteo no intenta desmerecer la valentía que tuvieron los “perejiles” por aquellos años que murieron por generosos y no por tontos, sino defender a la generación del ´90 y demostrar que lo que hoy se vive no es por nosotros, sino por los restos que ustedes dejaron en la sociedad después de 1974.

Gran parte de la gente que hoy ocupa cargos o puestos en el Poder son ustedes, su excepcional generación del ´70, y no solucionaron el mundo ni tampoco solucionaron los problemas del país que cada día se encuentra en una situación de empeoramiento de la que no puede salir y parece que nadie hace algo al respecto.

Entonces no hay que comparar épocas ni historias, sino hay que aprender que los tiempos venideros son una cosecha de aquello que se sembró en el pasado, donde coexisten diferentes concepciones en la manera de vivir y todos necesitan de todos para que el porvenir siempre sea mejor.


OTRA RESPUESTA de la noventista Maria Cecilia